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7 ventajas para tu salud de tener un hogar limpio y desinfectado

Tiempo de lectura: 6 minutos

Los estudios lo confirman. Existe definitivamente una relación entre un hogar limpio y una mejor calidad del aire interior, una mejor salud física y menos estrés. Pero, además, un hogar limpio y desinfectado con regularidad también puede evitarle alergias, infecciones de la piel y problemas respiratorios a quienes lo habitan. 

Sin embargo, no a todos se nos inculca la importancia de la limpieza desde pequeños. Por eso en muchos casos, aunque se desee tener la casa limpia y arreglada, es común caer en el descuido. Pero ¿realmente crees que eso tenga alguna importancia? Pues debes saber que sí. En la medida en que más se investiga, más se comprueban los beneficios que tiene un hogar limpio y organizado para la salud física y mental de las personas.  

Y es que a veces se trata solo de ir creando pequeños hábitos, uno a la vez. Puedes comenzar por no dejar acumular la vajilla sucia, lavándola después de cada comida. O también podrías evitar acumular la ropa sucia, planificando lavadas más frecuentes o asignando uno o dos días para ponerte al día con esta tarea. Incluso ordenar tu cama apenas te levantas puede generarte una gran satisfacción, sobre todo cuando llegas cansado de tus actividades diarias y consigues todo arreglado, listo para que puedas descansar. 

Así que para darte ese pequeño empujón que quizás te hace falta para empezar a desarrollar esos hábitos positivos, a continuación, te indicaremos siete beneficios clave que puedes obtener de un hogar limpio y desinfectado.

  1. Disminuye la fatiga y el estrés

Te podría sorprender, pero hay estudios que revelan que el simple hecho de lavar los platos puede reducir tus nervios en 27% y hacerte sentir un 25% más inspirado, lo que hace que seas más feliz. Y es que solo caminar y ver los espacios de tu hogar más ordenados y limpios, te hará sentirte mejor, más tranquilo y feliz, porque sabes que puedes descansar y disfrutar realmente de estar allí, sin el pendiente de las cosas por limpiar u ordenar.

Según especialistas en psiquiatría, vivir en un hogar rodeado de desorden, te recuerda desde el punto de vista subconsciente que tienes tareas pendientes por hacer. Y, al mismo tiempo, tus ojos no tienen un punto visual donde puedan descansar. Así que todo eso se convierte en estrés y fatiga, algo increíblemente dañino para tu salud.

Incluso cuando vives rodeado de desorden, es mucho más complicado que puedas encontrar tus cosas y todo eso eleva tus niveles de estrés y, por consiguiente, afecta tu tensión, tu corazón y tienes más riesgo de enfermarte.  

  1. Te ayuda a comer alimentos más saludables

Puede que suene extraño, pero en efecto cuando te sientes estresado lo primero que pasa por tu mente es comer comida chatarra o poco saludable. Y si te ha pasado, no eres el único, ya que los expertos aseguran que es una respuesta natural del cuerpo a factores que producen estrés.

En cambio, las personas que viven en hogares limpios y ordenados, por lo general, pueden desear alimentos que no son malos o pueden sentirse impulsados a elegir opciones más saludables. Según un estudio, las personas que trabajan en un ambiente ordenado tienen dos veces más posibilidades de elegir un alimento saludable que una persona que trabaja en un ambiente desordenado. Por ejemplo, prefieren una manzana a un chocolate.

También hay investigaciones que señalan que las mujeres tienden a consumir más dulces y alimentos ricos en grasas, cuando se enfrentan a situaciones estresantes, como la que puede generar una casa desordenada o donde hay muchas cosas por limpiar.

  1. Reduce las alergias y el asma

Está comprobado que muchas bacterias son transportadas por el aire y al acumularse en nuestros hogares por la falta de limpieza, no solo pueden producir alergias a quienes viven allí, sino también enfermedades respiratorias como asma, rinitis y sinusitis crónica. Adicionalmente, a eso pueden sumarse los efectos negativos de alérgenos, como la caspa de nuestras mascotas, los ácaros del polvo y el polen, entre otros, los cuales pueden causar desde congestión nasal e infecciones en la piel, hasta tos y dificultad para respirar.

Por lo tanto, cuando limpias frecuentemente tus alfombras, la tapicería de tus muebles y la ropa de cama, estás evitando que las enfermedades causadas por gérmenes y bacterias lleguen a todos los residentes de tu hogar. Recuerda que donde no hay moho y mucho menos alérgenos, es poco probable que las personas sufran de alergias o afecciones respiratorias.

Un espacio organizado y en orden ayuda a evitar este tipo de problemas de salud, ya que mantiene las áreas descongestionadas y, por lo tanto, es menos probable que se acumule polvo y alérgenos sobre las superficies. Además, te facilita las tareas de limpieza, así que te sientes más motivado a hacerlas.

  1. Mantiene las plagas lejos de tu hogar 

Los espacios desordenados ofrecen un excelente lugar a insectos y roedores, para alimentarse, multiplicarse y esconderse. Por lo general, son atraídos a estos lugares por restos de alimentos, derrames de líquidos y suciedad acumulada, elevando la posibilidad de propagación de enfermedades en el hogar, así como bacterias y gérmenes.

Las cucarachas son un buen ejemplo de plagas que aparecen donde hay desorden y acumulación de sucio, portando gérmenes peligrosos para los seres humanos. En muchos casos, esta plaga puede ser la causa de gastroenteritis o de asma, debido a la enorme cantidad de bacterias y parásitos que son capaces de transportar.

Por otro lado, los ratones y ratas son también un problema en los hogares muy desordenados y carentes de limpieza, ya que son transmisores de enfermedades graves para los humanos, como la salmonella, la coreomeningitis linfocítica y el hantavirus.

Por eso es importante mantener los espacios ordenados, guardar los alimentos en recipientes herméticos después de las comidas y botar la basura diariamente. De esa forma, puedes mantener alejadas a estas y otras plagas o, en todo caso, descubrirlas antes de que se conviertan en un problema para los residentes de la casa.

5.- No lavar toda la pieza, sino ir directo a la suciedad o la mancha

Con tal de que no sean calcetines o ropa interior, es probable que ciertas prendas de vestir puedan ser usadas más de una vez. Y en caso de algún accidente, como una mancha de sudor o comida, hay trucos que pueden evitar el lavado total.

Por ejemplo, una mancha de sudor se puede lavar con unas dos cucharadas de vinagre diluidas en agua o con un poco de bicarbonato o limón. Aplicamos cualquiera de estos productos sobre la mancha, lo dejamos actuar un par de horas y luego lo quitamos lavando la zona a mano.

Las manchas de maquillaje salen con la mezcla que ya conocemos de agua y vinagre, dejándola actuar por espacio de dos horas. Por su parte, la sangre puede desaparecer bajo la acción de agua oxigenada. La dejamos media hora sobre la parte afectada y luego lavamos con agua y jabón.

Una mancha de aceite la podemos atacar de inmediato con polvo de talco. Lo esparcimos sobre el aceite y lo dejamos todo un día. Luego lavamos a mano y seguro habrá desaparecido. Como vemos, no es pertinente lavar toda la prenda de vestir.


6.- Lavar a mano

La ropa más pequeña es lavable a mano. La interior puede ser en el momento de la ducha, dejando para la lavadora la más pesada y exigente. Usaremos poca agua y tendremos mejores resultados.

Además, hay retos de limpieza que solo viene bien asumir de esta manera, como los puños y los cuellos de las camisas. La lavadora y sus ciclos, en muchos casos resultan insuficientes para la sudoración y el percudido.

O un percance común entre los niños, como es el de una goma de mascar que se adhiere a la ropa. El hielo sobre el chicle es muy efectivo, más si tomamos la muda y la metemos en el congelador. A las horas el chicle se habrá endurecido y será muy fácil retirarlo de forma manual.


7.- Revisar las fugas

Después de cinco años en funcionamiento, nos toca revisar conexiones y mangueras por las que el agua se puede filtrar o perder. Sustituir a tiempo ahorra agua y dinero, pues evita males mayores.

Atendamos el filtro de drenaje y descartemos el que esté sucio. Otra causa de fuga ocurre por la cantidad inadecuada de detergente o suavizante que utilicemos al cargar la lavadora, lo que puede congestionar el respiradero trasero.

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